ADIKOSORO, ERROIBAR
Sin alejarnos de Sorogain, el tesoro megalítico de Erroibar es de tal valor que, es difícil de calibrar cuando caemos en la cuenta que han pasado 2.000, 3.000 o 4.000 años y los podemos contemplar, han soportado terremotos, tormentas y ciclones para llegar hasta hoy y los podemos admirar, grandes ciudades romanas desaparecen sin dejar rastro pero un humilde crómlech permanece visible para poderlo estudiar, se inventaron leyendas y cuentos sin fin, pellejos de buey llenos de oro, cajones de piedra repletos de tesoros para consumo tabernero y pastores incautos que hirieron mortalmente a muchos de ellos, pero aún están, vieron pasar ejércitos e ideologías que, por avaricia, represión o religión, intentaron acabar con ellos y aquí están, testigos, pero no mudos del paso del tiempo, y nos hablan de ritos y costumbres, compañías y canciones, caminos y actividades, calamidades y frutos que, imperturbables junto a ellos recorren la misma ruta, prehistórica, milenaria, retorcida pero nuestra, tal vez guerrera, pero difícilmente voluntaria, donde desconfiar de entrada pronto cambia por amistad en la cocina, donde a la palabra amable se responde con hospitalidad y a la prepotencia con astucia, la franqueza se agradece y la solidaridad comparte, tesoros que no se ven pero se viven.
En la anterior entrada, vimos la ruta que hasta Sorogain llegaba desde las tierras bajas del Norte para recorrer la sierra de Labia camino de la Navarra media, dejamos de lado parajes de impresionante belleza y fenomenal patrimonio, fruto de la milenaria presencia del pastoreo estacional que por fortuna permanece vivo. Hoy pretendo empezar a rellenar estos huecos concretando estos parajes, no de manera exhaustiva, limitándome a lo más evidente, aunque dejando claro que hay mucho patrimonio que interpretar para “chalados” de futuras generaciones.
A poniente de Sorogain se localiza el paraje de Adikosoro, en un descanso de camino a Urkiaga (Kintoa-Quinto Real), una preciosa senda, recorre la regata de Odia ascendiendo a Aratungo Lepoa donde se abre un magnífico pastizal de altura abierto al Norte, al Sur coronado por el monte Adi, paraíso de ciervos, yeguas y ovejas latxas, por el Este, la senda alcanza el collado en un bosquete de coníferas y justo desemboca en un escondido crómlech junto a la cerca. Solo tenemos que seguir la senda que desciende hacia poniente pero antes de llegar a la parte más baja a la derecha veremos un gran monolito tumbado con dos pequeños túmulos asociados,
llegando a la depresión giramos al norte para seguir bajando y en la parte baja, antes de llegar a los dos grupos de crómlech encontraremos dos túmulos T1 y T2, algo ovalados,
siguiendo al norte a pocos metros, empezamos a ver hasta 7 crómlech encadenados, unos muy visibles, otros no tanto y en el borde de la fuerte pendiente varios fondos de cabaña, unos y otros forman el conjunto de Adikosoro ekialde, (pinchar) C1, C2, C3, C4, C5, C6, C7,
unos metros al Oeste llegamos a otro grupo de bonitos crómlech, son los de Adikosoro Mendebalde, C 1, C 2, C 3, C4, C 5,
veremos los cinco agrupados y muy cerca dos fondos de cabaña, F 1 y F 2.
Ahora debemos recuperar la senda inicial seguirla hacia el portillo de Gorosti Bizkar donde nos tropezaremos con otro crómlech,
desde este mismo portillo si tomamos la loma que desciende en dirección nordeste a 700 m llegaremos al dolmen de Ahatarteko Oihana que pocos días ve el sol, pero tiene buen color.
En Adikosoro, si miramos hacia el Sur veremos la cumbre del Adi con un inmenso derrumbadero de cuarcitas, hasta el, acceden dos plataformas camineras como testigos de su utilización con fines ignotos.
Señalamos que entre Sorogain y Adikosoro existen catalogados un importante número de megalitos, principalmente crómlech, túmulos y fondos de cabaña, apartados de los itinerarios más comunes, son el túmulo Pilotasoro E, los crómlech Ezpelondo,
Isterbegi, Iturrunburu, Lizarzu C1, C2, C3, C4,
los fondos de Larrondagorri E y M, Ortxola y Zelaieta que los podemos ver en sus enlaces.
También quiero evidenciar que mi afición y actividad se dio en un periodo inestable en la zona fronteriza y el acceso a medios documentales como físicos, no ofrecían facilidades que invitaran a trasladar esta práctica al estado francés por motivos ovios, no significa, que nos abstuviéramos de recorrer estos montes, sino que conociendo destacados prospectores que desarrollaban esta misma labor, nos propusimos la búsqueda y divulgación en el ámbito territorial navarro y entramos en contacto con investigadores de los territorios adyacentes con el fin de compartir y poner en comun localizaciones y datos.