Batalla de Roncesvalles, estado de la cuestión

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la mayoría de historiadores que de una manera o de otra, se han dedicado a investigar este hito en la historia antigua, de nuestro País y de toda Europa, han negado de manera categórica o no, la existencia de un verdadero camino por el desfiladero de Luzaide.

Esto es un hecho comprobable y real, eso sí, con escasas pero brillantes excepciones, que más tarde aludiremos y que defendieron con ahínco sus convicciones.

Nadie y para nada tuvo en cuenta la ingeniería romana, quizás, porque los conocimientos de esta en aquellos tiempos no daban para mas, como en otros muchos aspectos de la ciencia.

La arqueología estaba en sus albores y tampoco ofrecía unos horizontes muy amplios, se crearon una serie de estereotipos, muchos de los cuales todavía persisten y se dan por sentado incluso a sabiendas de su falta de sentido.

Estos últimos años se ha dado un salto cualitativo, con la llegada de las nuevas tecnologías y la facilidad de movimientos ha permitido, que una serie de investigadores, combinando los amplios estudios teóricos sobre viaria romana con la prospección, la fotografía aérea histórica y los medios visuales aéreos se haya conseguido un gran avance.

Esto es así, de tal forma que en los últimos 20 años, el cambio en la visión y conocimientos sobre las calzadas romanas ha sido radical, casi ninguna de las premisas con las que se mantenían y se publicitaban, hoy se pueden defender.

Ciñéndonos a nuestra historia, siempre se ha mantenido el paso de la calzada XXXIV del Itinerario de Antonino por Lepoeder (1432 m) y Bentartea y negado sistemáticamente la posibilidad por el desfiladero de Luzaide-Valcarlos (1056 m), con las razones más peregrinas, como que por arriba el camino es más cómodo, fácil de conservar y “defender” y por abajo “nunca ha existido un camino carretero” y los que existen son malos caminos de mulas, solo propios para los naturales de Luzaide y vecinos en sus quehaceres diarios.

 

Perfil vertical de los caminos alto y bajo de Ibañeta a Saint Jean Pied de Port

Perfil vertical de los caminos alto y bajo de Ibañeta a Saint Jean Pied de Port

Estos criterios claramente decimonónicos, románticos y militaristas, eran necesarios para mantener la épica Carolingia, aun cuando en parte, entraba en contradicción con la propia Chanson de Roland, casi todas las fuentes clásicas y desde luego, mucho más difícil de defender sobre el terreno, dadas las condiciones climáticas habituales y la diferencia kilométrica entre ambas.

Ya en la segunda mitad del siglo XX, José María Jimeno Jurio estuvo en Orreaga y Luzaide investigando los caminos que recorrían este valle, publicando un magnífico trabajo que Tituló: El mito del camino alto entre Roncesvalles y Saint Jean-Pied de Port, donde aporta infinidad de datos históricos.

José Mª Jimeno Jurio

José Mª Jimeno Jurio

No le falló la intuición al gran investigador navarro que aunque no dio con la calzada, estaba convencido que efectivamente, existió en la antigüedad un camino lo suficientemente bueno como para que Carlomagno viniera hacia Zaragoza por él, decidiendo a la vuelta volver a utilizarlo, midiendo mal la capacidad de los vascones para dar respuesta a sus desmanes.

 

Entallado en erredorai

Entallado en la roca en Erredorai

Hoy tenemos constancia de la existencia de esta calzada, de un estupendo camino tendido por los romanos, con todas las características técnicas propias de una buena calzada de montaña y con las pruebas definitivas de su romanidad labradas en la roca, que demuestra la calidad técnica de los ingenieros romanos, por la dificultad de la orografía, claro que la erosión,  prácticamente ha hecho desaparecer este camino, dejando solo las pruebas de su existencia.

 

Golpes de pico en Errekaundi

Golpes de pico en entallados de Errekaundi

Pero además de que los restos materiales nos indican que esto es así, también nos ofrecen otra visión en la toponimia, dándonos la ocasión de interpretar algunos topónimos en relación con el camino como Zubibeltz, Bentas de Gorosgarai, Bentaberri, Karrikaburu, Bidondo o Gastixarre, del que más tarde hablaremos.

El camino del que hablamos,  en la época de Carlomagno, con seguridad estaría muy deteriorado, pero posiblemente, todavía en buen uso después de unas reparaciones. Esto realizaban los ejército , como es lógico, cada vez que se ponía en marcha  una campaña como la iniciada en la primavera del 778. Después en verano sabiendo de su buen estado, es fácilmente entendible que volvieran por el mismo camino.

Por otro lado, José Mª Jimeno Jurio como nosotros, tenía pocas dudas de que este camino era mejor y más usado que el alto, por su mayor infraestructura hospitalaria u hostelera desde la antigüedad, por eso mantenía en la edad media ocho hospitales de peregrinos atendidos, en un principio, por una comunidad de frailes de la orden de San Agustín y más tarde por capellanes y ermitaños. Falta decir que este autor, aporta en su obra una ingente cantidad de citas puntuales, sobre innumerables viajes de gentes diversas, desde reyes, príncipes, embajadores, tropas y viajeros en general que utilizaron este camino preferentemente sobre el alto, por ser mejor y más seguro, no en balde en Valcarlos existía un castillo o torre cuya principal función era velar por la seguridad de peregrinos y viajeros, como así constaba en diversos documentos, medievales y modernos.

Camino y Hospitales en Luzaide-Valcarlos

Camino y Hospitales en Luzaide-Valcarlos

¿Hasta cuando pudo estar funcionando este camino? Teniendo en cuenta que, a la caída del imperio romano, este habría dejado de mantenerse estatalmente, no creemos que los naturales dejaran arruinarse, sin tomar las medidas necesarias para su mantenimiento, teniendo en cuenta el gran servicio que sin duda prestaba y la calidad del mismo para el transporte de cargas pesadas. Así consta en diversos documentos, donde se referencian arreglos de puentes de madera y del propio camino, solo el gran uso al que ha sido sometido a través del tiempo, nos explica el estado actual del mismo, en los tramos que se han conservado.

En general el recorrido que podemos considerar último, como son las grandes trincheras y los vestigios del camino de herradura en que termino, se encuentran varios metros por debajo del trazado inicial, cuando la variante no se separaba del trazado original descendiendo vertiginosamente con zigzags hasta recuperar más adelante el antiguo. Siempre el original es el más alto.

Trinchera en Zubibeltzeko Bizkarra

Trinchera en Zubibeltzeko Bizkarra

 

Es cierto que la evolución normal de los caminos después del imperio romano, fue su transformación en caminos de herradura, ya que solo de esta manera se hizo el transporte de mercancías hasta el S. XVIII, cuando el rey francés comenzó a construir carreteras modernas, siendo imitado por el de Inglaterra y España.

Este camino estaba prácticamente tallado en la roca y esta degradación habría sido más lenta que en otros casos, esto unido a la necesidad, habría mantenido en medianas condiciones esta antigua vía romana.

Rehundido de la calzada

Rehundimiento de la calzada convertida en camino de herradura

 

De esta manera no nos puede extrañar que Carlomagno utilizara esta ruta y este camino, que por otra parte, tan ajustadamente se describe en la Chanson de Roland, poema épico y base principal de la literatura europea, que por más que se date, casi 300 años con posterioridad a los hechos en el caso del manuscrito de Oxford, pudieron haber existido otros manuscritos originales muy anteriores, y el de Oxford ser una copia que ha llegado hasta nuestros días como han llegado otros documentos. Así a pesar de la poca o nula fiabilidad histórica de este poema, el que lo redactó tenía un conocimiento muy ajustado del paisaje y naturaleza del desfiladero de Luzaide y en cierto modo del camino aquí existente, por tanto, puede no ser casualidad el situar la batalla en este y describir la misma con testigos presenciales, relatando la realidad y dejando la literatura para otros aspectos de la misma.

Embajada a Paderborn

Delegación musulmana camino de Paderborn

Los Annales Regiis (anónimo, 801-829) nos dicen:

Habiendo decidido volverse, entro en los bosques desde cuyas cimas los vascones habían tendido una emboscada. Al atacar la retaguardia se extiende el tumulto por todo el ejército, y aunque los francos eran superiores a los vascones, tanto en armamento como en valor, lo escarpado del terreno y la diferencia en el modo de combatir los hizo inferiores. En la lucha fueron muertos la mayoría de los paladines que el Rey había puesto al frente de las fuerzas, la impedimenta fue saqueada. El enemigo desapareció rápidamente gracias al conocimiento del terreno.

En la Vita Karoli Magni Imperatoris, de Eginhard (año 830) hay una referencia significativa:

 Al regreso tuvo que experimentar la perfidia, “el ejército avanzaba en largas filas por imponérselo así la angostura del terreno, cuando los Wascones, que se habían emboscado en la cumbre de la montaña, se lanzaron desde la cima y se arrojaron sobre la impedimenta de la retaguardia y sobre las tropas que cubrían la marcha del grueso del ejército, acosándoles contra el valle. Después, trabado el combate, los aniquilaron hasta el último. Saquearon los bagajes y, al amparo de la noche que empezaba a caer, se dispersaron con vertiginosa velocidad en todas direcciones. Fueron favorecidos los wascones en esta acción por el escaso peso de sus armas y la configuración del terreno donde tuvo lugar la batalla, mientras que los Francos tenían en contra la pesadez de su armamento  y la desventaja del lugar.

Guerreros francos patrullando

Guerreros francos patrullando en Ibañeta

Vita Karoli Magni Imperatoris:

Nam cum agmine longo, ut loci et angustiarum situs permittebat, porrectus iret exercitus, Wascones in summi montis vertice possitis insidiis ‑est enim locus ex opacitate silvarum, quarum ibi maxima est copia, insidiis ponendus oportunus‑ extremam impedimentorum partem et eos qui novissimi agminis incidentes subsidio praecedentes tuebantur desuper incursantes in subiectam vallem deiciunt, consertoque cum eis proelio usque ad unum omnes interficiunt, ac direptis impedimentis, noctis beneficio, quae iam instabat, protecti summa cum celeritate in diversa disperguntur. Adiuvabat in hoc facto Wascones et levitas armorum et loci in quo res gerebatur, situs, econtra  Francos et armorum gravitas et loci iniquitas per omnia Wasconibus reddidit impares.

También el Poeta Sajón describe con claridad el escenario cien años después:

Habiendo penetrado a su regreso en la profunda hondonada del Pirineo, cuando el ejército cansado atravesaba por los estrechos senderos, los vascones osaron poner acechanzas bajo el sumo vértice del monte. Una abominable muchedumbre de ladrones victoriosos que arrebataban el inmenso botín, matando a varios ministros palatinos encargados de custodiar las riquezas. Enriquecidos por los óptimos despojos, los ladrones huyen por senderos inabordables en medio de los bosques del profundo valle que solo ellos conocían. Se ponen a salvo gracias a la huida y a la noche que se echaba encima. No dejaron rastro y no hubo posibilidad de represalias.

Todo esto nos describe con exactitud el desfiladero de Luzaide, pues este nombre sería el utilizado por los nativos para designar al que después de la batalla se denomino como Valcarlos (Valle de Carlos) pensamos que en su honor, solo faltaba para su ubicación la existencia de un camino de esta naturaleza.

Sabemos de la dificultad de superar la inercia  generada por tantos y tantos investigadores que se empeñaron en conducirla por la cuerda alta de los puertos de Cize, desde luego, ninguno de ellos reviso ni siquiera someramente este barranco, para afirmar categóricamente,  que nunca existió un camino digno de esta denominación por él.

Hoy podemos afirmar que realmente si hubo una calzada romana magníficamente tendida y las posibilidades de localizar la batalla en este desfiladero aumentan ostensiblemente, por tanto aumentan también, las posibilidades de localización de restos de la misma  con la identificación de esta vía.

Para el relato de este evento histórico, disponemos de una serie de elementos tanto orográficos como topográficos que nos van a indicar donde se pudo dar esta batalla.

Gastixarre-Castillo viejo: Se trata de un lugar, que por sus características orográficas  explica su topónimo, además se refuerza con los restos de una construcción que podemos relacionar también con el topónimo.

Fortificación natural en Gastixarre

Fortificación natural en Gastixarre

El afloramiento rocoso, verdadero castillo natural de por sí, ofrece las perfectas condiciones para el control del desfiladero y en su caso el corte del mismo con el mínimo esfuerzo.

Recinto de Gastixarre

Restos del recinto de Gastixarre

Desde el recinto de Gastixarre

Laderas cercanas a Gastixarre, desde el recinto

Su localización en el punto crucial del mismo donde el camino siempre ha coincidido con el actual, por tratarse del máximo estrechamiento del desfiladero y no existiendo otra posibilidad de paso, lo colocan en primera fila con casi todos los boletos para adjudicarle este honor, incluso en el momento actual, pocos brazos harían falta para cortar irremediablemente la carretera.

La vía tallada en la roca en Erredorai

El camino tallado en la roca en Erredorai

Tras este corte, sin posibilidad de reacción por parte de la vanguardia, con el camino tallado en la roca de unas laderas impresionantemente empinadas, simplemente empujando piedras y troncos (como cuentan las crónicas) el pánico y la desorganización se habrían apoderado rápidamente de la retaguardia y el “sálvese quien pueda” facilitaba su derrota por los vascones.

Vascones que por otro lado, tampoco serian cuatro pastores nativos, sino también gentes de armas bien preparados para este tipo de guerrilla, lo vemos en necrópolis como la de Aldaieta en Araba o Buzaga en Navarra, demostrativas ambas de la calidad y diversidad del armamento vascón ya antes de la época carolingia. Porque no seamos ingenuos, los ejércitos tomabas sus medidas, para dar seguridad a estas marchas avanzando patrullas, tomando rehenes y otras maniobras disuasorias.

Armas de la necrópolis de Buzaga (Elorz)

Diverso armamento de la necrópolis de Buzaga

Pero… los nativos ya estaban bien preparados para dar respuesta, a los desmanes de las diversas invasiones recurrentes en el paso del que tratamos, antes y después de la batalla de Roncesvalles.

Que en este caso no les dieron resultado, es evidente, pero conociendo el terreno no nos puede extrañar pues además de la orografía pudieron intervenir un cúmulo de factores incluso climáticos que favorecieran la emboscada.

Ni las prisas, ni el cansancio o el gran peso de las  cotas de malla y armaduras, son factores determinantes, pues sabemos que Carlomagno actuaba con normas idénticas a las romanas, de manera que estaba perfectamente regulado, todo lo referente a distancias (que nunca pasaban de 15 km), organización de la columna, situación dentro de ella tanto del Rey como de los diferentes mandos, rehenes,  intendencia, botín, impedimenta etc. Como detalle sirva, que estaba regulado que cada carro con su conductor, debía estar acompañado por dos guardianes, uno diestro a  la derecha del mismo y un zurdo a la izquierda.

Que esta disciplina se relajara en las marchas, es más que probable, pero esto que facilitaría mucho las cosas en espacios abiertos no influiría en este caso donde no haría falta entrar en el cuerpo a cuerpo al menos desde un primer momento, si al final.

Lanza de época carolingia

Lanza de época carolingia

Ciñéndonos a esta normativa disciplinaria, desde Iruña-Pamplona, siguiendo la vía, tenemos casi 44 km de distancia hasta el Alto de Ibañeta, dividiendo esta distancia en tres jornadas, la primera acampada seria en las inmediaciones de la actual Larrasoaña, la segunda en Linzoain y la tercera encaja perfectamente en este collado, por tanto el siguiente campamento debería situarse en las inmediaciones de Luzaide-Valcarlos-Pekotxeta-Arnegi.

Las condiciones orográficas aconsejarían su instalación en Luzaide, aunque la distancia fuera un poco corta, por tanto el Rey y la vanguardia estaría (a menos de dos millas y media) ya en el campamento, cuando la retaguardia fue atacada, sin capacidad de reacción Real, si alargaran la marcha (en busca de espacio cómodo para acampar) hasta las cercanías de Lassa, el resultado sería el mismo y la marcha más penosa.

No damos por sentado  que no existieran otras alternativas, incluso que parte del ejército circulara por otros caminos que existían a oriente y occidente, pero la duda radica, en que eran rutas pecuarias de los nativos, sin la más mínima infraestructura carretera, por tanto apta para la infantería incluso para la caballería, pero impracticable para carretas.

Ya la Chanson de Roland dice en el vers. LXXX: Oliveros ha subido a una colina. Mira a su derecha y ve avanzar las huestes de los infieles…, colina que algunos identifican con el monte Girizu al occidente del collado. Por aquí discurre (Lindux-Mendimotz-Adartza) un camino protohistórico plagado de megalitos que desciende hacia Saint Jean Pied de Port,  en esta dirección partirían patrullas avanzadas de protección de la columna.

También hacia oriente saldrían por otra ruta (Lepoeder-Leizar Atheka-Orisson también cargada de megalitos), con la misma misión. Pero todas estas solo habrían sido posibles, si ese día no se habrían dado las pertinaces nieblas habituales en el mes de agosto, nieblas que hacen en la práctica inviable, la circulación por estos montes, para el que no los conoce en profundidad.

Con todo esto, nosotros situaríamos  el escenario duro de la batalla, en el trayecto desde el estrechamiento del desfiladero (Gastixarre-Txirriski) donde se daría el corte y el alto de Ibañeta, la llamada fosa meridional del barranco y donde también la situaba  Arturo Campion, José Mª Jimeno Jurio, Guillermo García Pérez y otros.

Pero se habrían dado varios cortes y ataques puntuales en diferentes sitios hasta Luzaide, mas con la intención de desorganizar la columna  y evitar la reacción, que por causar bajas, el escenario lo permitía.

Florencio Ansoleaga, en” El Cementerio franco de Pamplona”, (imp. J. García, Pamplona 1914), decía: los años desde la caída del imperio romano hasta la invasión sarracena fue de “un estado de guerra continua”.

Las continuas invasiones de Barbaros, Suevos, Alanos, Godos y Musulmanes, necesariamente habrían obligado a los vascones del Saltus a convertirse en guerreros y armarse para defender su tierra y sus gentes.

Un pueblo, en unas tierras poco pobladas y extensas que nunca tuvo un ejército regular, les habría dotado de un sistema de comunicaciones rápido y un sentido especial en la guerra de guerrillas, ya que difícilmente podrían plantar batalla en campo abierto.

Así que mientras Carlomagno y sus huestes derribaban las murallas de Pamplona, los vascones tuvieron tiempo de preparar la venganza y controlando de cerca la columna franca, esperar la mejor ocasión de hacer daño al gran ejército carolingio.

Tuvieron la ventaja de conocer el camino de vuelta que iban a utilizar, pues sin duda no abundaban caminos capaces y desde la primavera sabrían de los trabajos de mejora realizados en la venida, por la antigua calzada romana de Luzaide.

Situándonos en la calzada recién descubierta con el corte dado en Gastixarre, el primer tramo donde las tropas se encontraban atrapadas, se hallaba tallado en la roca y en general estaría desarbolado, como hasta hace pocos años, cuando la carga ganadera no permitía el crecimiento de vegetación alguna.

 Se trata de unas despejadas y fortísimas laderas, muy empinadas con afloramientos rocosos, de más, de tres kilómetros de distancia, donde abundan cuarcitas, esquistos y pizarras grises. En este tramo los atacantes no necesitarían aproximarse a los francos, les bastaba con empujar piedras por la ladera.

Desde Errekaundiko Erreka hasta el collado de Ibañeta (5,5 km), el terreno se suaviza un tanto pero manteniendo fuertísimas pendientes arboladas, donde los atacantes se podrían acercar manteniendo unas posiciones de clara ventaja y poca posibilidad de respuesta por los atacados. Este panorama es ya continuo hasta el collado de Ibañeta, sin ninguna posibilidad de descanso siquiera reducido, y totalmente expuestos a rocas y maderos que se hicieran rodar por las pendientes.

Escenario de la batalla

Escenario y estrategia de la batalla

Si tuvieron ayuda o no de los musulmanes Banu Quasi (al fin, vascones del Ager), tampoco sería de extrañar, pero en esta acción, es muy posible que no hubiera sido determinante.

La seguridad que los atacantes eran vascones, nos la da, conocer al dedillo estos parajes y vericuetos, en los que  solo los naturales podían , moverse con soltura por ellos, de tal manera, que conocían el punto exacto donde dar el corte, atacar y después de la batalla desaparecer sin dejar rastro.

La sombra de los musulmanes

«Sarracenos» La obsesión de los francos

No en balde estos montes eran escenario de una intensa vida minera y pastoril y existía una gran cantidad de población que dependía de su conocimiento, para subsistir desde la caída del imperio romano en toda la comarca.

Otra cosa que podemos tener por seguro es: La gran repercusión que tuvo en toda Europa por siglos, de ahí la Chanson de Roland, pero aquí también y nos ha quedado de la única manera que podemos hoy apreciar (en un pueblo que tenia la mala costumbre de no escribir), es en la toponimia y muy abundante, quizás la más llamativa es Valcarlos (valle de Carlos) y demuestra (en nuestra opinión) la acampada en este lugar, mientras la retaguardia era derrotada poco más arriba.

Por otro lado este topónimo se antepone a todos los del gran héroe épico Roldan, omnipresente en todo el pirineo y fuera de él, más fácilmente reconocible, como introducido, por los peregrinos a Santiago en la antigüedad.

El relato de la batalla según nuestra visión

Miniatura del manuscrito de San Galo, siglo XIII

Miniatura del manuscrito de San Galo, siglo XIII

La salida de la vanguardia  desde Ibañeta donde se había instalado el campamento, seria de madrugada a las siete, después de una noche que la niebla convierte en fresca y húmeda, en estas fechas no amanece antes.

El camino tiene una anchura de seis metros, por tanto se circula con una cierta amplitud,

La columna circula con agilidad en un cómodo descenso, los primeros kilómetros orientados al norte, se realizan entre la niebla que el sol tarda en disipar pero sin contratiempos.

El Rey comienza la marcha, rodeado de su guardia personal, no es necesario monturas, por lo que aunque vigilantes, caminan conversando preocupados, pues el trayecto hasta el siguiente campamento es para estarlo.

El bosque es espeso, oscuro y tenebroso y las pendientes… ¡es mejor no mirar!, poco a poco la niebla se aclara, pero el sol tarda en entrar en el barranco.

La columna va desfilando con un grave e inevitable murmullo, que poco a poco se convierte en cierta algarabía a la vez que el sol  se hace presente alegrando todos los rincones de la ladera oriental por donde discurre el camino.

Las brigadas de azadones y la intendencia avanzan a buen paso para la instalación del nuevo campamento a la que siguen las cocinas, tienen pequeños contratiempos con las caballerías, como es habitual, pero nada importante.

Hace ya un rato han pasado por el estrechamiento del desfiladero casi sin darse cuenta, solo el bravo rumor del agua encajonada, que durante un trecho discurre cerca del camino, les hace ser conscientes de su paso por lo más profundo del barranco.

Este se abre dejando al descubierto una profunda fosa a su derecha donde circula serpenteante el torrente, aunque sus aguas no se escuchan por la distancia, pero por el contrario, admiran unos impresionantes despeñaderos paraíso de cabras pastando en lugares inverosímiles.

El sol ya pesa después de tres horas de marcha y el discurrir cansino hace mella en la disciplina, surgen las bromas y se escuchan voces intentando poner orden en semejante bullicio.

Casi sin darse cuenta, antes del mediodía llegan al lugar escogido para acampar y las ordenes a gritos desencadenan una actividad creciente, el Rey pronto llegara y tiene que tener su tienda instalada, llegan las cocinas y la actividad se vuelve frenética.

Dan las 12 del mediodía y la cola de la retaguardia apenas ha comenzado su marcha.

Son cientos de carretas tiradas por bueyes y mulas, el ruido y las voces es infernal y algo no marcha bien, los conductores preguntan a los guardianes ¿Qué pasa? estos se encogen de hombros y las miradas se dirigen a las empinadas laderas ¡pero nada!

Transcurre el tiempo todos se esfuerzan en recorrer lo más rápidamente posible el camino, con el alma en vilo, alguna carreta es apartada con problemas pero el camino permite la circulación sin mayores problemas.

Mientras el Rey, ya hace un rato que llega a su tienda perfectamente montada y la infantería va entrando en el campamento. Este no pasaba de ser una serie de laderas más o menos moderadas, donde las chozas vacías de los naturales quedaban engullidas por el mar de tiendas de campaña que va poco a poco surgiendo.

Se sirve la comida al Rey y los nobles de palacio, son las cinco de la tarde y ya va siendo hora!

Miniatura del manuscrito de San Galo, Siglo XIII

Miniatura del manuscrito de San Galo, Siglo XIII

Un gran murmullo se va extendiendo por la columna que ha quedado paralizada y todos miran hacia atrás, la voz se va corriendo y llega hasta la tienda Real: ¡Un gran derrumbe ha cortado el camino y se oyen agudos alaridos desde las alturas.

Estos mismos alaridos se dan en varios puntos más que desorganizan todo el ejército y muchas unidades se ponen en fuga pues caen piedras rodando de las empinadas laderas y el camino es el peor punto posible.

Es el grito de guerra de unos vascones desde sus posiciones en las alturas, después de cortar las sogas que soportan las cargas que van despeñando contra los francos. Son los irrintzis que avisan al siguiente punto para hacer lo mismo, extender el pánico en una columna en desorden, evitar la reacción y salir corriendo.

Se escuchan órdenes de volver atrás pero es imposible, solo se consigue más desorden desmoralización y amontonamiento de hombres y animales, tanto que llega hasta el campamento, ¡Hay muchos muertos! ¡Ayuda! ¡Hay muchos heridos! Y los hombres se amontonan en las pocas zonas muertas que no caen rocas, ¡Adelante! los jefes se desgañitan pero nada consiguen.

¿Qué se puede hacer? ¡No hay alternativa! la desesperación se apodera de los jefes

Mientras tanto en Gastixarre y Txirrixki, la columna ha sido aplastada contra el camino o ha rodado hasta  el río y el que ha salido ha sido degollado en la ladera de enfrente.

Los Irrintzis y alaridos mortales se han extendido  hasta más arriba de Zubibeltz e Infernuko Erreka donde se hallaba la cola del ejército, el que no ha salido huyendo se ha despeñado por las laderas y yace malherido al fondo del barranco,  el que se ha quedado ha sido fácil blanco de la piedras y azkonas y al fondo del barranco los arqueros hacen de las suyas sin demasiado interés.

En las laderas ya en penumbra, de Girizu, Gabarbide, Trona, Zubibeltzeko Bizkarra, Granada, Axistoi, Epersaro, Bentaberriko Oihana, Tabletako Oihana, Legarxuri y Errinsaroko Malda, se  escuchan  irrintzis y gritos que el eco devuelve desde Errekabeltzeko Bizkarra, Otxinen Penzea,Bolboteko Xiloa, Odia, Urkilepo y Epeleta. Es la señal de victoria ¡¡La venganza se ha consumado!!.

Roland intenta romper la espada durandal, Manuscrito de San Galo S.XIII

Roland intenta romper la espada Durandal, manuscrito de San Galo S.XIII

Algunos intentos de pasar el corte han sido frustrados desde Gastixar, donde unos pocos hombres han mantenido su ventajosa posición, causando bajas entre los más atrevidos  francos que inútilmente lo ha intentado.

Cae la noche y el silencio invade el desfiladero, solo se oyen lamentos desgarradores de moribundos guerreros, que ni han tenido ocasión de defenderse, maldiciendo su mala suerte y pidiendo ayuda.

Esta noche ni siquiera se escucha el aullido del lobo que campea por estos montes, hace días que caballos, bacas y ovejas desaparecieron y el gran estruendo de la tarde lo han espantado y permanece en lo más profundo de la lobera, hasta los búhos han volado hacia los bosques de, Txangoa, Irati y Haira.

Amanece, el Rey no ha dormido, en el cielo se ven buitres y el graznido de los cuervos presagia lo peor, ordena a sus capitanes organizarse y retroceden hasta el corte, nada se escucha y sin problemas pasan entre la rocas, el panorama es desolador, encoge el alma  ver las carretas destrozadas junto a conductores, guardias y animales muertos o moribundos, parte de los bagajes y el botín ha desaparecido.

Los caballeros muertos y desarmados, ¡hasta las armaduras les han sido arrancadas!, encuentran al Conde Anselmo luego al Senescal Eggihard, uno a uno van encontrando a los jefes de los diferentes cuerpos del ejército, poco a poco van tomando conciencia del desastre y solo queda  encontrar a Roland, contar las bajas y enterrarlos.

Aparece Roland, aplastado por una roca como muchos y también aparecen algunos hombres que han sobrevivido milagrosamente, se recogen muchos heridos, vuelven las patrullas mandadas en busca del enemigo sin éxito ¡han desaparecido sin dejar rastro!

Encuentran a Roland muerto, manuscrito de San Galo, S. XIII

Encuentran a Roland muerto, manuscrito de San Galo, S. XIII

Entierran a los muertos, que son muchos, los más importantes señores francos, son transportados en parihuelas hasta el campamento, es patente la depresión Real, retoman la marcha hacia su querida tierra, pues el peligro todavía no ha terminado, caminan en silencio, con la tristeza lógica por no poder vengarse y el Botín perdido aumenta el desastre.

Y todo esto sucedió: OBIIT DIE XVIII KALENDAS SEPTEMBRIAS (Epitafio de Eggihard).

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